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Guilty as sin

  Nunca creí en el amor a primera vista, siempre me pareció algo tan fantasioso y tan poco probable que no entraba en mi razonamiento, pero cuando choqué mirada con él, entendí de lo que tanto hablaban. Fue un día como cualquier otro, la monotonía de mi trabajo mantenía mi mañana ocupada hasta que esos ojos me atraparon y fue su mirada la que ocupó mi pensamiento el resto del día.  El acercamiento fue lento, cauteloso, me aterraba la idea de sentir tanta atracción por alguien a quien ni conocía, pero cuando por primera vez nos despedimos y colocó su mano en mi cintura sentí la seguridad de que él ya me conocía, quizá de otro universo, porque la familiaridad de sus movimientos me desconcertaron. Los días posteriores se dieron con más naturalidad por parte de ambos y comenzó a alegrar todas mis mañanas con sus sutiles gestos de cariño, con su atención, con su sonrisa, con su mirada tan penetrante.  La primera vez que nos vimos en un espacio exterior me impresionó con su for...

Ansía

Cada vez que siento el dolor en mi hombro me devuelve mentalmente a esa noche en donde nos devoramos con voracidad y dimos paso al salvajismo que luchaba por salir, que causó esas marcas en mi cuerpo como evidencia del deseo mutuo. Me sube la excitación al recordar sus ojos hambrientos de mi, concentrado en guardar cada detalle e invitándome a ser su festín, aumenta la sensación al pensar en como sus labios recorrieron cada centímetro de mi piel y no se intimidaron con cada curva, mas bien las disfrutaron con una lentitud enternecedora. En el momento en que nuestros labios se juntaron explotó el mundo, sentí el fuego recorrer mi cuerpo y cada pizca de raciocinio se evaporó de mi mente, solo quedó la necesidad de consumirme junto a él. Jamás antes me había sentido tan atrevida, con tanta necesidad de alguien, tan desesperada por su contacto y tan salvaje, dispuesta a atravesar mis propios límites. Sintiendo su piel junto a la mía me olvidé de lo prudente, de lo decoroso y nada importó e...

Corazón delator

La tarde partió de forma inesperada, no contaba con que me esperaras hasta la salida y me acompañases por la tibias calles de Santiago. Conversando, observando, mirándonos y riendo. Llegamos hasta el paradero para retornar a nuestros hogares, pero la tarde se veía aún tan joven que con una mirada, tan solo con una mirada, decidimos caminar para seguir compartiendo y disfrutando de la compañía del otro. Así fue como terminamos bebiendo en aquella plaza durante una tibia tarde de finales de verano, sentados uno frente al otro con una charla fluida, risas y bromas, miradas de complicidad y la hora avanzando apresuradamente obligándonos a movernos de ese lugar, así que llegamos a ese bar en donde nuestros cuerpos estaban más cerca por la ubicación de las sillas. Con bastante alcohol en nuestro sistema, las conversaciones se volvieron más sinceras, nos volvimos más vulnerables y bajamos las defensas, nos mostramos todo lo que el limitado tiempo nos dejó porque tuvimos que emprender el viaje...

Resplandor de medianoche

Sobre la fría banca de cemento, un cigarro en la mano y la vista fija en aquellos destellos que quedan de los pocos departamentos en donde las personas aún no descansan, donde los pensamientos nocturnos no dan tregua o donde ocurren momentos de intimidad. Con aquella refulgencia se formó una especie de nebulosa que le dio a la noche un aire mágico y de una belleza que ni siquiera puedo expresar, como cuando miro sus ojos y tienen ese brillo que cala hasta lo más profundo de mi alma, erizando toda mi piel. La música que nos envolvía le daba un toque íntimo, la ausencia de palabras fue reconfortante y de una calidez en la que el viento no era bienvenido. Todo parecía ajeno a nosotros, el sonido de los autos al pasar, las conversaciones de las personas que transitaban a nuestro alrededor e inclusive el mismo viento pareció desaparecer por esos instantes, solo era él, la nebulosa, la música y yo.  Nuestros cuerpos se acercaron lentamente como si fuesen atraídos por un imán, el calor en...

Broche de oro

  Una semana perfecta o casi perfecta, el término exacto carece de importancia cuando el sentimiento predomina más que la palabra. Risas y conversaciones en el paradero hasta la noche, nuevas personas entrando en mi vida, cerveza y cigarros mezclados con la profundidad de la charla, aprender cosas nuevas como regular la frecuencia de un recorrido de micro, un par de copas de vino, escribir cuentos, vivir sola, asistir a una reunión de gente que ama la literatura, más risas, más palabras, un café de por medio, una inesperada lluvia en verano, miradas con complicidad y abrazos llenos de cariño. No obstante, la mejor parte de esa semana fue verlo a él de nuevo y envolverme con su amor, con su aroma que me atrapa elevándome hasta la ionosfera, haciéndome sentir que estoy flotando como una aureola boreal. Cuando lo miro a los ojos todo lo demás desaparece, todo se concentra en él y hace que desee que esos segundos sean eternos, que su mirada jamás se aparte de la mía. El recorrido de su...

Paraíso.

 ¿Cómo podría empezar a describir el paraíso? Cierro los ojos para pensar en la respuesta y solo me aparece él, sus ojos, sus labios, sus brazos, su olor, su risa, todo él. Definitivamente para mí el paraíso es estar a su lado y contemplarlo por completo, recorrer cada centímetro de su piel, guardar cada sonido que emite, sentir el calor que emana y que me envuelve cuando me abraza. Cuando la oscuridad consume el cielo dejando visible los pequeños resplandores de las estrellas y las luces de las ventanas de los edificios, envolviendo al mundo en una intimidad cálida y placentera, dejando de lado las distracciones del día a día para concentrarnos en un "nosotros" y llenarnos los sentidos hasta no poder más. Dejar de lado mi libro solo para observarlo desde la cama, capturar esa sonrisa que me derrite por dentro, mientras espero que se acerque hasta mi, mientras anhelo el contacto de su piel y el sabor de sus labios. Cuando ya se ha hecho demasiado tarde y tenemos que meternos ...

De adicción a una ilusión.

  Apareció en días soleados, pero llenos de frío, quizá fue una señal del universo para decirme que estaría presente y, al mismo tiempo, vacío. Iluminó mi vida por un periodo de tiempo breve en el que me sentía perdida, por ese entonces fue mi sol y ahora que no está es mi luna, ya que por las noches aparece su recuerdo, sus palabras y sus promesas. Nunca lo vi, jamás logré tocarlo, sentir su calor, escuchar sus latidos, y aún así, es adictivo, no logro sacarlo de mi mente. No tengo nada claro y eso que paso pensando, pero siento que nubla mi mente cuando voy a llegar a una conclusión. Ahora no hay nadie, aparte de él nunca hubo alguien más, no puedo y siento que no voy a poder si no se va de mi mente, es la razón de cada uno de mis deseos y el anhelo de mis labios. Me tiene en un limbo del cual no puedo escapar y del que tampoco quiero huir, solo espero ir hacia una dirección, verlo. Creo que me he vuelto adicta a una ilusión de la que quiero que me clave sus besos de alfiler, par...